Comentario
Con Sidney y Spenser llega a su fin el renacentismo en Inglaterra. En los últimos quince años del siglo XVI comienza lo que en el Continente llamamos Barroco. Pero en Inglaterra se sigue llamando "Renaissance" al teatro shakesperiano y a parte de la literatura posterior, de tal manera que se deja el término "baroque" para definir sólo un elemento estilístico dentro de la "Renaissance". Así pues, el Barroco tiene en la historia inglesa un sentido muy moderado, aunque si se acepta su presencia, como oscilación entre la energía renacentista y la impresión de ruptura y desgarramiento en el orden de los valores, habrá que convenir que el género dramático alcanzó, en ese momento, con la obra de Shakespeare, las cumbres de la perfección. Tanto es así que utilizar el término época de Shakespeare por Barroco no implicaría equivocación.
El éxito del género dramático y de la representación teatral en la época elisabetiana proporcionaron las bases para la explosión shakesperiana de los primeros decenios del siglo XVII. En efecto, William Shakespeare (1564-1616) marchó muy joven (1587) desde su condado de Warwick a Londres, donde coincidió con el auge extraordinario del teatro. Allí pronto sería actor y luego autor y co-empresario. En 1590, tal vez en colaboración con Marlowe, estrena la primera parte de las tres de Enrique VI. Finalizando el siglo, se establece en el teatro del Globe y en los años siguientes estrena "Hamlet" (1600), "King Lear" y "Macbeth" (1605). Considerado por la reina, el público y la crítica como el primero de los autores dramáticos ingleses, cultivó todos los géneros, siguiendo siempre los gustos del público y con el sentido utilitarista de haber sido actor y empresario. Esta producción ingente y diversificada impide una clasificación cronológica y temática, aunque entre sus obras merecen recordarse comedias como "La fierecilla domada" y "Sueño de una noche de verano"; dramas históricos como "Enrique VI", "Ricardo II", "Ricardo III", "Enrique IV", "Enrique V" y "El rey Juan". No obstante, su éxito procede de la composición y representación de sus tragedias menores y mayores: "Romeo y Julieta", "Julio César", "Hamlet", "Otelo", "El rey Lear", "Macbeth", y "Antonio y Cleopatra".
La obra de Shakespeare va dirigida fundamentalmente al público londinense, compuesto por aristócratas y burgueses. Las bases de su éxito fueron la variedad, la fantasía, el preciosismo verbal, la comicidad refinada, realista o bufa, su fuerza épica, su emoción lírica, pues no en vano W. Shakespeare fue antes que dramaturgo poeta, su grandeza trágica, el ritmo y el movimiento de sus composiciones y, especialmente, su puesta en escena. En cuanto a su estilo, sus obras se caracterizan por una expresión vigorosa y extraordinariamente rica en imágenes, aprovechando una prosa llena de sabor y un verso flexible y de una incomparable fuerza sugestiva.